Aquella tarde en que el sol se iba lento
No había banderas rastafaris, ni árboles amigos.
Solo el cielo lejano, y ramas distantes.
Aquella tarde en que se cerraron las rejas
Cuando comenzabamos a acariciarnos,
No nos unimos en un eterno roce de labios
Con el infinito de testigo.
Solo nos besamos. Y es que aquella tarde
No sentí nada más que puro instinto.
No había banderas rastafaris, ni árboles amigos.
Solo el cielo lejano, y ramas distantes.
Aquella tarde en que se cerraron las rejas
Cuando comenzabamos a acariciarnos,
No nos unimos en un eterno roce de labios
Con el infinito de testigo.
Solo nos besamos. Y es que aquella tarde
No sentí nada más que puro instinto.
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