...hace gestos y habla sin definición...

martes, 21 de diciembre de 2010

...y asi fue como tomé coraje, agarrá la remolacha con ambas manos, y mirándola fijamente le dije

La revolución es un sueño eterno


Si en los cinco minutos siguientes / no recibo el fax de la Obra Social a la que pertenezco / con el sello.
AUTORIZADO /
que me AUTORIZA a hacerme
una radiografía seriada esófago-gastro-duodenal
por diagnóstico presuntivo de hernia hiatal
voy a agarrar el fuentón que está colgado en el patio / y voy a salir a la calle/ sola /
semidesnudada
una piel alrededor de la cintura
el pelo revuelto
las tetas al aire
y cual cacerola voy a batir el fuentón
/ sola /
/ avanzando / sola / por el medio de la Avenida Corrientes
a contrapelo del tránsito
el brazo que me hierve
enarbolando el fuentón
en la luz espectral del mediodía
y voy a / avanzar /
por el medio de la Avenida
sola / sorda y demente
y voy a / avanzar /
es una cuestión de honor
y la gente se va a asomar a los balcones
con antorchas encendidas
y va a desplegar pancartas
y carteles
y arrojará confetti
guirnaldas y cintas de papel de máquinas de sumar
(y las máquinas de sumar también)
ovación ovación
crece la pirámide de papel
(también me crecen unos rayos de sol en las espaldas)
se encolumnan tras mis pasos / miles de manifestantes / la gente germina como el poroto / todas las asambleas barriales / envían sus delegados / a ver
Viejecitas / y viejecitos í aplauden / a mi paso.
Tiemblan las manos que reparten estampitas.
En las estampitas aparezco yo de perfil / con el mentón apoyado /
levemente / sobre el puño / sombra de puño / todavía no es puño / que es
estampita.
Voy escupiendo fuego / por la boca voy escupiendo fuego / con un hisopo
gigante me introduzco querosén hasta la campanilla y el fuego me resbala
sobre la pollerita blanca a tablitas.
Con las botitas rojas / aplasto los charquitos de querosén
para que no se me quemen los volantes.
Los volantes que reparto / la masa se los disputa / me arrebatan los volantes
de las manos /los volantes dicen
los volantes dicen
los volantes DICEN.

Margarita Roncarolo.

viernes, 17 de diciembre de 2010


hola, charly? hola escuchame... si.... si estoy en el parque con unas amigas del iva... si....escuchame no queres un perro? por favoRRRR es muylindo y es re chiquitito.... dale no va a crecer porque tiene las patas chiquititas.... dale vos tenes lugar no me digas que no proque es mentira.... forfavooorrrr es una cagaditaaaa.... si.... si, y esta vacunado, nos dijo el chabon que lo tenia aca, que es veterinario.... dale... si ya llame a todo el mundo.... dale no seas malo es una cagaditaaaaaa!! no hace nada ni ladra!!..... si, bueno pero pensalo, yo te llamo en 10 minutos.....
jajaja.. todo lo que pasamos por y con este perro es hermoso y no lo cambiaria por nada, no me arrepiento de nada y seguiria pasiando abajo de la lluvia cagada de frio con el envuelto en un buzo colgado ensima de mariel y con un paraguas tapandolo, o despertandome temprano para acompañarlo al dotor...
y todo gracias a mariel y julieta que son hermosas y que hacen que seamos la mejor pandilla de don braulio que podria existir!
es hermoso con sus orejas caidas su panzita hinchada sus intentos de ladridos y sus pajaros podridos, y su colita de rata
es hermoso asi, jugeton, un poco salvaje y callejero, un poco malcriado, siguiendonos y arriandonos, festejando cada vez que llegamos y llorando cuando se qeda solo, persiguiendo bicicletas...
y ensima se llama braulio!

martes, 16 de noviembre de 2010


porque las cosas mas hermosas se terminan tan rapido?

sábado, 6 de noviembre de 2010

miércoles, 3 de noviembre de 2010

sábado, 30 de octubre de 2010

Si todo el mundo vive haciéndonos la guerra,
yo necesito amor que me des tu paz,

necesito arrancar todo lo que me hiera,
necesito amor, necesito más,
más libertad...

viernes, 22 de octubre de 2010

miércoles, 6 de octubre de 2010

el gato II


sueño raro

Estoy con Julieta (IVA) fotografiando una guerra. Estamos ahí en el medio. De repente agarro a una persona como protegiéndola. Le pegan un tiro.
Estamos en mi habitación. Esta destrozada. Nadie tiene que saber que estuvimos en esa guerra.
En mi habitación hay una pecera rota, y los tres peces están en el piso. Los junto y los pongo en una bolita de vidrio muy muy chiquita, pero los peces entran bien, se hacen chiquitos. Cuando uno la mira, como que se vuelve grande. También hay una paloma entre los vidrios rotos de la pecera. La agarro y la pongo en la bolita, pero me doy cuenta de que se va a ahogar. Meto un cordón de zapatilla negro adentro y la paloma lo agarra con el piquito y sale de la bolita. La pongo en un cuadrado que es como la bolita pero cuadrado.
Estoy en una terraza muy grande. Hay mucha gente. Se me pierde la bolita con los peces y la busco desesperadamente. Cuando me estoy por ir triste porque no encontré la bolita y seguramente alguien la va a pisar, me encuentro con Julieta (mi prima) y le pregunto si la vio. La tenía ella. Me dice que me la da pero solo si conservo una foto que me entrega. En el marco de la foto esta incrustada la bolita con los pececitos nadando. La foto es como una foto muy vieja de mi otra prima Jimena, pero en donde debería estar su cara, esta recortado y en su lugar esta la cara de Camila (hija de Julieta prima). Me la llevo.


Estoy con Mariel (IVA) y algunas personas más que no me acuerdo en un parque que es como el Centenario. En el centro hay un sector de cemento cercado en donde están un grupo de scout con su jefe, que es un milico. Pasamos por al lado de la reja y le empezamos a gritar cosas como “milico putooo” y “facho al tacho” (esto ultimo lo intento gritar pero no me sale la voz fuerte, tengo que acercarme mas para que escuche) nos vienen a echar. Nos acercamos a la salida del parque (como el Centenario, esta todo enrejado). La puerta esta cerrada. Nos dicen que ya la van a abrir.
Cuando estamos esperando aparecen entrando al parque, otros pibes del grupo de los scout trayendo una vaca gigante, arrastrándola. Es como si no tuviera ni huesos ni carne ni tripas. Es como la piel. Muy grande.
Me da mucha impresión, nos vamos para otra salida

Me desperté.

domingo, 26 de septiembre de 2010

sábado, 25 de septiembre de 2010


no se como empezar, pero bueno

simplemente, te qiero decir que realmente entiendo todo lo que escribiste, y a mi me pasa tambien.

y cuando paso todo ese kilombo lo unico que pensaba era que por culpa mia vos te habias sentido mal, y estaba todo el tiempo pensando en como hacer para que no te sintieras mal, porqe realmente no fue tu culpa!

todo esto me hizo entender mas aun lo buena mina que sos, lo importante que sos, y cuanto te qiero! sos una persona hermosa divertida original etc, que no se encuentra facilmentee, y me jode mucho que el año que viene no nos veamos en el iva, proque con lo colgada que soy, se va a ser mas dificil que nos veamosss.

te amo juli sos muy importante para mi (L)

domingo, 5 de septiembre de 2010

Ayer nomás
salí a la calle y vi la gente
ya todo es gris y sin sentido,
la gente vive sin creer.
Sin creer.

No hay nada mas hermoso
que verte tan feliz,
tan salvaje
tan libre...

sábado, 4 de septiembre de 2010

NNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNN
colegio de mierda
profesores de mierda
guillermo de mierda
GENTE DE MIERDA
mierda mierda mierda
tengo dos opciones:
- irme a la mierda
- llevar un arma y matarlos a todos (?

creo que me voy a ir a la mierda
aunqe no se

miércoles, 1 de septiembre de 2010

dée entra con un bulto, y mira a Johnny. -Tienes más fiebre. Ya telefoneé al doctor, va a venir a las diez. Dice que te quedes tranquilo. -Bueno, de acuerdo, pero antes le voy a contar lo del métro a Bruno. El otro día me di bien cuenta de lo que pasaba. Me puse a pensar en mi vieja, después en Lan y los chicos, y claro, al momento me parecía que estaba caminando por mi barrio, y veía las caras de los muchachos, los de aquel tiempo. No era pensar, me parece que ya te he dicho muchas veces que yo no pienso nunca; estoy como parado en una esquina viendo pasar lo que pienso, pero no pienso lo que veo. ¿Té das cuenta? Jim dice que todos somos iguales, que en general (así dice) uno no piensa por su cuenta. Pongamos que sea así, la cuestión es que yo había tomado el métro en la estación de Saint-Michel y en seguida me puse a pensar en Lan y los chicos, y a ver el barrio. Apenas me senté me puse a pensar en ellos. Pero al mismo tiempo me daba cuenta de que estaba en el métro, y vi que al cabo de un minuto más o menos llegábamos a Odéon, y que la gente entraba y salía. Entonces seguí pensando en Lan y vi a mi vieja cuando volvía de hacer las compras, y empecé a verlos a todos, a estar con ellos de una manera hermosísima, como hacia mucho que no sentía. Los recuerdos son siempre un asco, pero esta vez me gustaba pensar en los chicos y verlos. Si me pongo a contarte todo lo que vi no lo vas a creer porque tendría para rato. Y eso que ahorraría detalles. Por ejemplo, para decirte una sola cosa, veía a Lan con un vestido verde que se ponía cuando iba al Club 33 donde yo tocaba con Hamp. Veía el vestido con unas cintas, un moño, una especie de adorno al costado y un cuello... No al mismo tiempo, sino que en realidad me estaba paseando alrededor del vestido de Lan y lo miraba despacio. Y después miré la cara de Lan y la de los chicos, y después mé acordé de Mike que vivía en la pieza de al lado, y cómo Mike me había contado la historia de unos caballos salvajes en Colorado, y él que trabajaba en un rancho y hablaba sacando pecho como los domadores de caballos...
-Johnny -ha dicho Dédée desde su rincón. -Fíjate que solamente te cuento un pedacito de todo lo que estaba pensando y viendo. ¿Cuánto hará que te estoy contando este pedacito? -No sé, pongamos unos dos minutos. -Pongamos unos dos minutos -remeda Johnny-. Dos minutos y te he contado un pedacito nada más. Si te contara todo lo que les vi hacer a los chicos, y cómo Hamp tocaba Save it, pretty mamma y yo escuchaba cada nota, entiendes, cada nota, y Hamp no es de los que se cansan, y si te contara que también le oí a mi vieja una oración larguísima, donde hablaba de repollos, me parece, pedía perdón por mi viejo y por mí y decía algo de unos repollos... Bueno, si te contara en detalle todo eso, pasarían más de dos minutos, ¿eh, Bruno?
-Si realmente escuchaste y viste todo eso, pasaría un buen cuarto de hora -le he dicho, riéndome. -Pasaría un buen cuarto de hora, eh, Bruno. Entonces me vas a decir cómo puede ser que de repente siento que el métro se para y yo me salgo de mi vieja y Lan y todo aquello, y veo que estamos en Saint-Germain-des-Prés, que queda justo a un minuto y medio de Odéon. Nunca me preocupo demasiado por las cosas que dice Johnny pero ahora, con su manera de mirarme, he sentido frío. -Apenas un minuto y medio por tu tiempo, por el tiempo de ésa -ha dicho rencorosamente Johnny-. Y también por el del métro y el de mi reloj, malditos sean. Entonces, ¿cómo puede ser que yo haya estado pensando un cuarto de hora, eh, Bruno? ¿Cómo se puede pensar un cuarto de hora en un minuto y medio? Te juro que ese día no había fumado ni un pedacito ni una hojita -agrega como un chico que se excusa-. Y después me ha vuelto a suceder, ahora me empieza a suceder en todas partes. Pero -agrega astutamente- sólo en el métro me puedo dar cuenta porque viajar en el métro es como estar metido en un reloj. Las estaciones son los minutos, comprendes, es ese tiempo de ustedes, de ahora; pero yo sé que hay otro, y he estado pensando, pensando...
Se tapa la cara con las manos y tiembla. Yo quisiera haberme ido ya, y no sé cómo hacer para despedirme sin que Johnny se resienta, porque es terriblemente susceptible con sus amigos. Si sigue así le va a hacer mal, por lo menos con Dédée no va a hablar de esas cosas.
-Bruno~si yo pudiera solamente vivir como en esos momentos, o como cuando estoy tocando y también el tiempo cambia... Te das cuenta de lo que podría pasar en un minuto y medio... Entonces un hombre, no solamente yo sino ésa y tú y todos los muchachos, podrían vivir cientos de años, si encontráramos la manera podríamos vivir mil veces más de lo que estamos viviendo por culpa de los relojes, de esa manía de minutos y de pasado mañana...

fragmento de "el perseguidor" de cortazar


es un flash (?
el hermoso hermosisimo tubo de casa.
the mora tree
the tree


















viernes, 20 de agosto de 2010

Capítulo 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
con los ojos cerrados
me ves mejor.

domingo, 15 de agosto de 2010

Sáquese la careta que su cara lo inquieta

viernes, 13 de agosto de 2010

que lindo! Mario esta gordo =)

miércoles, 11 de agosto de 2010

Que hermoso fue que me regalaras esas flores tío, que lindo fue saber de vos, de tu alma, que lindo fue que me ayudaras a salir de la depresion y ver todo mas claramente. Que lindo es saber que me vas a ayudar siempre que te necesite.
Que lindo es saber que estas ahi, que sos feliz, y que puedo contar con vos.
Que lindo es escribirte sin angustiarme tío. Que lindo es saber que nadie pudo callarte y que hasta muerto ayudas.
Que lindo es saber que sin importar donde escriba esto, vos lo vas a leer.
Muchas gracias tio, te amo.
sabes que somos muchos en la tierra
los que vivimos música y amor

miércoles, 4 de agosto de 2010

QUE QUE VOS CREÉS QUE COSO?
Por la presente dejo constancia de mis nuevas actitudes frente a la situación en la que éste grupo
fisuresco se vea en la complicada situación de la situación en la que nos vemos obligadas a fumar
marihuana situacionalmente: (?)

1) Yasmín sólo tendrá en su casa la piedra. Jamás agarrará un porro apagado.
2) Los porros (armados) permanecerán en manos de Maru "la drogadita".
3) Cuando fumamos con The Tree, antes de prenderlo tenemos que guardar todo lo necesario.
4) Nunca not no remember saludar a The Tree -acordate que es yanqui-
5) Instalar un baño.
6) Hacer vaquita para comprar una TV.
7) Conecciones de electricidad.
8) Poner Cablevisión.
9) No, mejor Cablevisión no porque es de Clarín (¬¬)
10) Yas, ésta canción habla de la merca (El Sensei - Las pastillas del abuelo)

Maru "la drogadita"
Yasmín, la IPIE
Delfina, la arveja
Barby, la Barby.

Los 10 mandamientos de Mariel
No tendréis una planta que no tenga flores.
No tiraréis jamás una tuca.
Levantaréis del suelo todo aquello que sirva como tuquera.
No reprimiréis tus eructos.
Chuparéis el plato sólo si armáis el porro.
No olvidaréis que la arveja es una petera
Seréis manija hoy y hasta el día de vuestra muerte.
Compraréis un picador.
No armaréis nunca un "fino" fino.
No fornicaréis con un Juan cualquiera.
Y bueno, chau... (JULY RULES!)

Bonus track
Barby: -¿Existe algo que sea mejor que un porro?
Maru: -¡Dos porros! (JAJAJAJAJAJAJAJ FISURAAAAAAAA)

domingo, 1 de agosto de 2010

NNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNN
Aquella tarde en que el sol se iba lento
No había banderas rastafaris, ni árboles amigos.
Solo el cielo lejano, y ramas distantes.
Aquella tarde en que se cerraron las rejas
Cuando comenzabamos a acariciarnos,
No nos unimos en un eterno roce de labios
Con el infinito de testigo.
Solo nos besamos. Y es que aquella tarde
No sentí nada más que puro instinto.

sábado, 31 de julio de 2010

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viernes, 30 de julio de 2010

hay luz dentro tuyo,
lo veo en tus ojos.

viernes, 9 de julio de 2010


Así así así así así así así así

Así así así así así así así así


Yo dormiría así

detrás de la montaña.

Y tendría mil

arañas colgadas,

hipopótamos

rosados, hinchados.


Yo dormiría así

de plástico fantástico.


Olelole olelolor olelo como lo huelo yo.

Olelole olelolor olelo como lo huelo yo.


Así así así así así así así así
Así así así así así así así así

Yo dormiría así
detrás de la montaña.
Y tendría mil
arañas colgadas,
hipopótamos
rosados, hinchados.

Yo dormiría así
de plástico fantástico.

Olelole olelolor olelo como lo huelo yo.
Olelole olelolor olelo como lo huelo yo.


Doris, Así.

martes, 22 de junio de 2010


A donde quiera que voy

A donde quiera que esté

En mi silencio interior

Yo siempre te encontraré.

Tú eres mi nube de paz

Eres la sombra que dá

Eres la luz que detrás

Alumbra la inmensidad.

A donde quiera que voy

A donde quiera que esté

Yo siempre escucho tu voz

Hablándome para bien

Tu nombre brilla en la luz

El eco lo hace sonar

Y desde el norte hasta el sur

Parece todo abarcar

A donde quiera que voy

A donde quiera que esté

En mi silencio mejor

Yo siempre te encontraré

Tú eres mi ser superior

Por alcanzarte yo voy

Tratando de dar amor

Por entre el frió de



A donde quiera que voy

sábado, 8 de mayo de 2010

Aquella madrugada de junio, me encontró caminando por uina callesita de san telmo. andaba sin darme cuenta, como muerta. la lluvia comenzaba a traspasar el abrigo que llevaba puesto. un gato negro que dormitaba en la puerta de un local de antiguedades me hizo acordar a aquel hombre. me detube frente a el y encendi un cigarrillo. Lo miraba atravez del humo. Pocas cosas ya no me traia a la mente a ese extraño sujeto.
habia una vez una nena.
habia un vez una nena, que vivia en la boca.
era pobre la nena.
Habia una vez una nena que vivia en la boca, y era pobre. Habia una vez una nena que queria ser medica y (al oido) profesora.

martes, 6 de abril de 2010

Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.


Tu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término grafitti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de que lado estaba verdaderamente el miedo; quizás por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.


Nunca habías corrido peligro porque sabías elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.


Cuando el otro apareció al lado del tuyo casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien como si fuera poco era una mujer. Vos mismo no podías probártelo, había algo diferente y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo, una predilección por las tizas cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas.


Empezó un tiempo diferente, más sigiloso, más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podías recorrer de un solo rápido itinerario; volviste al alba, al anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garage, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las patrullas relegaron en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.


Casi en seguida se te ocurrió que ella buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el mercado te atreviste a acercarte al garage, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el café de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta del garage y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.


Mucho después (era horrible temblar así, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella así en ese dibujo truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo bastante como para comprender que había querido responder a tu triángulo con otra figura, un círculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo como un sí o un siempre o un ahora.


Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría más a morderte las manos, a pisotear tizas de colores antes de perderte en la borrachera y en el llanto.


Sí, pero los días pasaban y ya no sabías vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste el placer de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garage. No había patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó canturreando, quiso patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías dormido en mucho tiempo.


Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaban a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.

viernes, 2 de abril de 2010

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

jueves, 25 de marzo de 2010


TU EJEMPLO PERDURA EN MI LUCHA
24-03-76


QUE SE VAYAN ELLOS
QUE SE VAYAN ELLOS
LOS QUE ENCARCELARON
LOS QUE TORTURARON
LOS QUE TE MATARON
QUE SE VAYAN ELLOS
QUE SE VAYAN ELLOS
LOS QUE TE PROHIBIERON GRITAR LIBERTAD

te amo tio

domingo, 7 de marzo de 2010

quisiera un dia de montañas para andar
y no la cuenta regresiva...

domingo, 21 de febrero de 2010

Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour : Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mirándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. ¿ Por qué, Rocamadour ? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había hecho para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour, el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour.
Rocamadour, es idiota llorar así porque el borsch se ha ido al fuego. La pieza está llena de remolacha, Rocamadour, te divertirías si vieras los pedazos de remolacha y la crema, todo tirado por el suelo. Menos mal que cuando venga Horacio ya habré limpiado, pero primero tenía que escribirte, llorar así es tonto, las cacerolas se ponen blandas, se ven como halos en los vidrios de la ventana, y ya no se oye cantar a la chica del piso de arriba que canta todo el día Les amants du Havre. Cuando estemos juntos te lo contaré, verás. Puisque la terre est ronde, mon amour t'en fais pas, mon amour, t'en fais pas...Horacio la silba de noche cuando escribe o dibuja. A ti te gustaría, Rocamadour. A vos te gustaría, Horacio se pone furioso porque me gusta hablar de tú como Perico, pero en el Uruguay es distinto. Perico es el señor que no te llevó nada el otro día pero que hablaba tanto de los niños y la alimentación. Sabe muchas cosas, un día le tendrás mucho respeto, Rocamadour, y serás un tonto si le tienes respeto. Si le tenés, si le tenés respeto, Rocamadour.
Rocamadour, madame Irène no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. Cuando se lo dije a Horacio, se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y que aunque no haya ningún animal maligno que esconde las manos, yo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar. Rocamadour, si en tus ojitos pudiera leer lo que te ha pasado en esos quince días, momento por momento. Me parece que voy a buscar otra nourrice aunque Horacio se ponga furioso y diga, pero a ti no te interesa lo que él dice de mí. Otra nourrice que hable menos, no importa si dice que eres malo o que lloras de noche o que no quieres comer, no importa si cuando me lo dice yo siento que no es maligna, que me está diciendo algo que no puede dañarte. Todo es tan raro, Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irène no te llama nunca por tu nombre, dice l'enfant, fíjate, ni siquiera dice le gosse, dice l'enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito.
Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que Horacio llegará en seguida. ¿ Le dejo leer mi carta para que él también te diga alguna cosa ? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que es solamente para mí. Un gran secreto entre los dos, Rocamadour. Ya no lloro más, estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que Horacio y los otros entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y a mí, no entienden que yo no puedo tenerte conmigo, darte de comer y cambiarte los pañales, hacerte dormir o jugar, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con Horacio, vivir con Horacio, quién sabe hasta cuándo ayudándolo a buscar lo que él busca y que también buscarás, Rocamadour, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto. Es así, Rocamadour: En París somos como hongos crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos y habla como Horacio y Gregorovius y Wong y yo, Rocamadour, y como Perico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah, no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos arreglamos con tan poco, un buen abrigo, unos zapatos en lo que no entre el agua, somos muy sucios, todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros, Horacio se duerme y el libro va a parar abajo de la cama, hay peleas terribles porque los libros no aparecen y Horacio cree que se los ha robado Ossip, hasta que un día aparecen y nos reímos, y casi no hay sitio para poner nada, ni siquiera otro par de zapatos, Rocamadour, para poner una palangana en el suelo hay que sacar el tocadiscos, pero donde ponerlo si la mesa está llena de libros. Yo no te podría tener aquí, aunque seas tan pequeño no cabrías en ninguna parte, te golpearías contra las paredes. Cuando pienso en eso me pongo a llorar, Horacio no entiende, cree que soy mala, que hago mal en no traerte, aunque sé que no te aguantaría mucho tiempo. Nadie se aguanta aquí mucho tiempo, ni siquiera tú y yo, hay que vivir combatiéndose, es la ley, la única manera que vale la pena pero duele, Rocamadour, y es sucio y amargo, a ti no te gustaría, tú que ves a veces los corderitos en el campo, o que oyes los pájaros parados en la veleta de la casa. Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete ...
siento tu cuerpito sin vida
frio y sin vida
sobre las piedras
y sin vida...
yace tu cuerpito, la boca abierta, como si un grito, ahogado por tu condicion de batracio. como una desesperada sup`lica, un "no quiero!" a la muerte, que indiferente y macabra, te alejo de tu pecera, y esa inocente felicidad...
tu cuerpito, ya vacio, emana ausencia y ausencia
y
ausencia y
sin vida
tu cuerpito
sobre
las piedras.

viernes, 22 de enero de 2010

jueves, 21 de enero de 2010

solo las nobes son capaces de mostrar la inmensidad del cielo

miércoles, 20 de enero de 2010

Pasaba horas mirando los anillos de humo que hacia el cigarrillo. Como, girando, comenzaban en un perfecto círculo, y culminaban deformandose y desapareciendo lentamente, sumergiéndose en la brisa pasajera.
Solo atinaba a soplar al mosquito que se habia posado en ella interrumpiendo su extraña meditación.
Dos niños saltaban en la cama de un 6to piso del edificio vecino. Recordó su infancia solo cuando esa escena pasó a formar parte de sus líneas.
Y el era su amante, porque era el único que le permitía escribir esa literatura, que acababa en la basura como tantas.
Era tarde
-de madrugada
cuando su mas exquisito sentido rompió el ambiente. la sola luz de una vela, tenue y distante, alcanzaba.
mordia el humo, como si de eso dependiera su vida.
La luna y el sol bebian cerveza juntos. Los miraba, envidiosos. Sus labios, secos, rotos, comenzaban a sangrar.

viernes, 15 de enero de 2010

El tercer cigarrillo de insomnio de consumia en la boca de horacio oliveira; una o dos veces habia pasado levemente su mano por el pelo de la Maga dormida contra él.

martes, 5 de enero de 2010

Se ha enamorado mi boca de la franagcia de ese humo.
Era tranquilidad,una tibia caricia,
Un delirio leve... No, ni siquiera... solo apenas un mareo.
Era un trozo de sol
que liberaba sus destellos al compaz de la ruedita.
Era cenizas sobre un simbolo de paz
rojo y verde.
Era mirarlo, y saber que no estaba sola.
Era el flaco,
recordandome en susurro
las fragancias del anochecer infinito.

domingo, 3 de enero de 2010

laputamadree se me perdio el incienso en mar de las pampas

y acabo de escuchar a un loro gritar como si lo estuvieran degollando
algo raro en plena ciudad
pero bueno
espero que no le pase nada (?